La historia del indígena, Tranquilino Vera, es la muestra de como los nativos están abandonados por el Estado paraguayo. Son ignorados por todas las autoridades desde las municipales, pasando por las departamentales, hasta las nacionales. Tranquilo, no tenia documento, ni sabia cuantos años tenia, se ganaba la vida en medio de la basura en el vertedero del km 12 en Ciudad del Este. Ni siquiera le permitieron una sepultura digna. Le pusieron en un cajón de madera reciclada, y le pusieron en una fosa en medio de un bosque. Es un ser humano. Es indignante que esto siga sucediendo en el Paraguay.
Sin duda la historia de Tranquilo nos muestra como hay enormes brechas en el país, y mientras la economía brilla y los hijos de diputados como la de la diputada libero-cartista, Roya Torres, cobran cerca de 10 millones de guaraníes mensuales sin trabajar, hay paraguayos quienes viven de la basura, en condiciones paupérrimas.
Y mueren por ser pobres. Mueren sin tan siquiera saber quienes son realmente, cuantos años tienen. Este es el caso de Tranquilo Vera. Se rebuscaban en medio de la basura para sobrevivir.
Y murió así. Y para el colmo les negaron una sepultura digna. Le negaron un ataúd. Le hicieron con cajón madera reciclada y no pudo ser enterrado en un campo santo y lo llevaron en el monte.
La historia de este nativo lo supimos mediante el posteo que hizo el padre Thomas Paul Hasler, quien es de la Pastoral Indígena Urbana Diócesis de Ciudad del Este.
Este el escrito que el religioso puso en las redes sociales:
Hoy despedimos a Tranquilino Vera. Nació pobre y murió más humilde todavía. No sabemos exactamente cuántos años tenía. Nunca tuvo partida de nacimiento ni cédula, pero sabemos que fue demasiado joven para morir. En su vida pasó por tres desalojos hasta que finalmente logró instalarse en el ex vertedero municipal de Ciudad del Este. Muchos años sacó la plata para vivir de los deshechos de la sociedad moderna. Tuvo tuberculosis, pero no resultan los tratamientos si se debe tomar regularmente «Fortin», para olvidarse de la vida que le tocó vivir. Hasta su ataúd es producto del reciclaje.. Para poder descansar hizo hoy su último viaje del km 12 hasta Akaray mi, ya que en Tekoha Pyahu no hay espacio ni permiso de dar sepultura a los seres queridos. Tranquilo va camino a la Tierra sin mal y sus restos muy pronto pasarán al olvido..