Esta es una historia de vida. Una joven pareja de productores tuvo un hijo, quien nació con un problema poco usual. El cráneo se cerraba muy rápido impidiendo que su cerebro se desarrolle. La familia es del municipio de Naranjito, departamento de Itapúa. El bebe de 5 meses fue sometido a una cirugía delicada a cargo del doctor, Alexandre Canheu, en la ciudad de Londrina, Brasil, y fue un éxito. Ahora esperan la recuperación total del niño para regresar al país.
Ícaro Ezequiel Wolfart, de 5 meses, viajó durante nueve horas con su familia para someterse a una cirugía de craneoestenosis, partiendo desde Naranjito, en Itapuá, Paraguay, hacia Londrina, en el norte del Estado de Paraná, Brasil. La existencia de un centro de referencia que atrae cada vez a más personas del exterior es una de las razones que trajo a esta y otras familias paraguayas a Brasil.
La madre, Bianca Webber, de 25 años, notó una elevación en la frente de su bebé cuando fue a amamantarlo por primera vez.
Ícaro acudió a varios pediatras debido a ictericia, que es la presencia de un color amarillento en la piel, pero en el tercer profesional consultado, el médico identificó el bulto en su cabeza y sugirió a la familia llevarlo con un neurocirujano pediátrico, si el bulto no desapareciera en dos meses. “Estaba en un estado de negación, no quería aceptarlo y prefería creer que se debía al parto natural”, revela la comerciante.
Después de aparecer en sus redes sociales un anuncio de cascos para corregir malformaciones en la cabeza de los bebés, Bianca investigó sobre la craneoestenosis, hasta que leyó sobre la trigonocefalia:
“Pensé, es lo mismo, eso es lo que tiene él”. El despertar a la posibilidad de un diagnóstico más preciso llevó a la familia, que trabaja en la agricultura y vive en una colonia de 5.000 habitantes, a buscar la medicina brasileña.
El bebé fue diagnosticado cuando tenía tres meses, en un consultorio de Brasil. Incluso con la certeza de la craneoestenosis, la madre enfrentó muchas dudas sobre la enfermedad, hasta que encontró en Internet al neurocirujano pediatra, Dr. Alexandre Canheu, de Londrina, por recomendación de una amiga, e inicialmente realizó consultas online con su hijo, lo que facilitó el problema de la distancia.
“El médico me tranquilizó mucho, me explicó el procedimiento y me sugirió la cirugía”, explica. Según el especialista, el niño padecía presión intracraneal provocada por la craneoestenosis.
«Esta malformación hace que las suturas en la cabeza del bebé se cierren prematuramente, lo que significa que el cerebro no tiene espacio para desarrollarse». En el caso de Ícaro, la trigonocefalia provoca el cierre de la sutura metópica, ubicada en la frente del bebé, que debe cerrarse por completo alrededor de los 6 meses.
Ya con 4 meses de edad, Ícaro todavía no podía sentarse y vomitaba mucho, síntoma que la madre sólo se dio cuenta como parte del padecimiento después de la cirugía el 12 de marzo, cuando su hijo dejó de vomitar. Más de una semana después de la operación en el Hospital Evangélico de Londrina, que fue un éxito, el niño se recupera bien.
La familia aún se encuentra en la ciudad de Paraná, a la espera de autorización médica para poder regresar a Paraguay.
Después de la realización del procedimiento, el cerebro del niño tendrá espacio para desarrollarse, evitando daños neurológicos y garantizando calidad de vida.
Este material fue preparado por María Eduarda Paloco de Inove Comunicação. Londrina, Brasil.